Contempla los paisajes ribereños e ingresa suavemente a los territorios. La magia de los cruceros fluviales reside, en gran medida, en esa forma armónica con la que se llega a los destinos. Los barcos, que son más pequeños que los marinos, con hasta 200 invitados, brindan un ambiente tranquilo e íntimo. Cada día, los huéspedes pueden descubrir una nueva ciudad.
Se ofrecen excursiones y los más variados recorridos en destinos fascinantes: desde grandes capitales que se construyeron a orillas de majestuosos ríos -como París, bañada por el Sena- hasta pequeños pueblos. Los cruceros fluviales generalmente atracan dentro de las ciudades y, a menudo, muy cerca de las principales atracciones, lo que reduce la necesidad de traslados y optimiza los recorridos.
Aunque más pequeños, los barcos cuentan con amplias suites, la mayoría con balcones o ventanas panorámicas para que el viajero pueda disfrutar de los paisajes que se renuevan permanentemente.